Todos conocíamos a Antonio Martinez, ese cristiano serio de la Mesnada Caballeros del Mayorajo, y todos le respetábamos como a ese hombre comedido, eficaz, que llegó a nuestras fiestas casi “de puntillas”, sin hacer demasiado ruido, incorporándose primero a la responsabilidad de la organización y que pronto se “enganchó” y se metió de lleno en la vivencia emocionante que supone el ser un “festero completo y comprometido”.